Versión cantada por Agustín Irusta con la orquesta de Francisco
Canaro.
Dichoso tiempo aquel
de la niñez maravillosa,
infancia de oro y miel
bendita edad de ingenuidad.
El mundo era un eden
en donde el bien reinaba
y lleno de ilusion
era feliz el corazón.
Caricia maternal,
mano leal y generosa,
ternura sin igual,
punto ideal, color de rosa.
Del venturoso ayer
solo quedo el recuerdo,
la vida dura y cruel
ya me enseño lo que es dolor.