Letra de Roberto Diaz
Música de Roberto Diaz
La querida viejita se pasaba todo el día
pensativa y silenciosa recostada en el sillon;
blanco el rostro, el cabello y el baton que la vestia,
semejaba una escultura puesta en la melancolia
de un rincón del comedor.
Sus tres nietos, los risueños, tres alegres angelitos,
angelitos con la cara más esplendida que el sol;
ellos solos la rodeaban de placeres infinitos
cuando en torno de su silla la aturdian con sus gritos: …
Abuelita, que horas son!
Todas, todas las mañanas al regreso de la escuela,
cuando el golpe acompasado se escuchaba del reloj,
los hermosos nietecitos con sus pasos de gacela
se acercaban, y de pronto preguntabanle a la abuela: . . .
Abuelita, que horas son?
Y a la tarde y a la noche siempre el mismo movimiento,
siempre el mismo ruido hacian de la abuela en derredor
y la buena viejecita no ocultaba su contento
cada vez que los tres niños levantaban el acento: . . .
Abuelita, que horas son?
Hoy he visto a los tres niños que con luto en el vestido
se entregaban a sus juegos, a aquel juego repetido
y cantaban como antes… pero no escuchó mi oido: …
Abuelila, que horas son?
Y apartandose de pronto el mayor de los hermanos,
acercóse al rinconcito del oscuro comedor…
Y al mirarlo tan vacio… tan igual a los arcanos,
al reloj alzo sus ojos y juntando las dos manos
sollozo junto al sillon.