Silvio Rodríguez
Tus piernas de tres a seis de la tarde
en la memoria de pronto me arden
y cuando quiero aliviar mi locura
solo me calma comer aceitunas.
Una aceituna mordida le ha vuelto la vida
a todo tu sabor, maravillado,
respiro y siento tu olor.
O yo deliro o me corta tu filo
hasta el limite de la ilusión.
Como despacio y alargo el espacio
entre el beso inicial y el de adios.
Y aqui me tienes bien aferrado
a la semilla como colgando de ti.