Letra de Eduardo Calvo
Música de Osvaldo Fresedo
Sos la mujer dichosa, del dulce porvenir
a quien todo sonríe sin sombras de dolor,
tan sólo hay una nube oculta en tu destino
y es ese mismo hombre que al Dancing te llevó.
Ya no sé qué son penas, ni quiero más llorar,
ni quiero verte más, ni recordar tu nombre;
quiero ocultar la risa, que sale de mis labios
quiero acallar el grito que brota el corazón.
Yo quise quererte
con el alma toda
sin pensar siquiera
en juzgar tu valer.
Nunca he preguntado
el saber quien eras,
me bastaba sólo
saber tu querer…
… y busqué a tu lado
calmar mi dolor,
y buqué en tus besos
frenar mi pasión
y te di, mi sol,
el cariño todo
que cabía dentro
de mi corazón.
Rodaste, como tantas, al Dancing elegante
y como tondas ellas perdiste la ilusión;
conociste la vida con rudo desengaño
que marchitó temprano tu tirno corazón.
Tuviste o no razón, el tiempo lo dirá
cundo haya sucumbido tu sed de libertad,
si a tiempo no meditas; el fin que les aguarda
a todas las que tienen el signo como tú.