Letra de Enrique Cadícamo
Poema publicado en el libro Viento que lleva y trae de Enrique Cadícamo.
Fastuoso Armenonville
donde se oían
alegres taponazos del Pommerí.
Adornaban tus mesas
los baldes niquelados
donde se enfriaban
los vinos afamados:
Duc de Espernay, Sain Emilion, Chablis.
En la avenida Alvear y Tagle existía
en el año catórce un cabaret de lujo,
era el Armenonville donde el tango encendía
las venas, con sus filtros y misterioso embrujo.
El niño bien, de smoking bailarín y biabista,
la mantenida criolla convertida en Margot
que en brazos del mishé y bailando en la pista
iba soñando entre las brumas deñ cliquot.
Impetuosas francesas rubias y perfumadas:
Dayssi, Ninón, Poupée.
Dayssi, con «violette» de lascivia fragancia,
con pompeia, Ninón
y Poupée, con «rose» de Franci.
Mujeres lujosas
consteladas de finas sortijas,
estrellas luminosas
que llegaban a tus puertas
de temerarios automoviles a manija:
De Dion Boutón,
Hispano Suiza,
Delhage o Peugeot.
En tu «partere» funcionaba una grilla
donde se asaban pollos y cabritos,
llegaban tus alegres cajetillas
para escuchar a Arolas, Cobián y Tito.
Viejo Armenonville,
eres el pasado lejano,
qué apagados quedaron los aplausos
de aquel debut de Gardel-Razzano…
O aquel brindis
en una alegre noche del catorce
cuando salieron de tu sala
Newery y Lastra
para Los TaMaríndos.
«Buenos Aires actual tendrá nuevos encantos
pero ya no es lo mismo», nos dice, triste, un viejo
que sigue hoy añorando
con hondo desencanto
el paisaje de ayer que ha quedado tan lejos.