Letra de Enrique Cadícamo
De las brumas confusas de un espejo,
por que el recuerdo es un espejo frío,
surge el café de Córdoba y Bermejo
que como todos los cafés de barrio
también tenía un pintoresco trío:
El trío de Luiggín*
(bandoneón, guitarra y violín).
Lejanas notas que llegan y se van
de los tangos de Firpo y de Lomuto:
la carcajada y El 606…
(¡Loas al benemérito neo-salvarsán!)
Café y bar
de los rudos carreros del abasto
bebedores de suissé…
Luiggi era, de día, pintor de letras
y por las noches bandoneonista…
Café sombrío,
cuando la humedad y el vapor
de las primeras máquinas expres
noblaban tu vidriera
en algún intervalo
Luiggín, pintor de letras,
siempre pensando en ella enamorado,
con el dedo escribía
sobre el vidrio empañado
el dulce nombre de María.
Atmósfera turbia y gruesa
con humo de tabaco
y la habitual tristeza
del tango hipocondríaco.
El mismo clima que vivió en sus sueños
Carmelo Ponzio
-El padre de El Pibe Ernesto-,
aquel arpista que murió tocando
el acorde final de su arpa
en un prostíbulo de San Fernando.
Tu luz de gas
se apagó para siempre, cafetín
de Córdoba y Bermejo,
cabecera de puente de Luiggín.
*Luis Bossi (bandoneonista)