Letra de Héctor Gagliardi
Intérprete: Héctor Gagliardi
«Calle Corrientes»
L.p. Pathe 31106
Por las calles del recuerdo,
empedrada de dolor,
va llegando un servidor,
detrás de un silbido lerdo,
traigo mi sombra a lo perro,
que pasa, sigue o me espera,
esta noche hay luna entera,
para mí solo en el cielo.
Las puertas estan cerradas,
y dormidos los balcones,
no hay glicinas ni malvones,
que saluden mi llegada,
solo a veces y a escapadas,
reconozco mi arrabal,
cuando se agacha un tapial,
y muestra ropa colgada.
Entonces… pienso en la vida,
que uno dejo escapar,
por dedicarse a soñar,
no vivió como debía,
donde estará la alegría,
que en estas calles desiertas,
las vecinas en las puertas,
con sus charlas florecían.
Ya no hay mas serenatas,
ni tampoco formativos,
ni masitero afligido,
cargado con dos canastas,
ni tampoco vienen chatas,
a parar contra la bomba,
ni el aguatero rezonga,
con los baldes a la rastra.
Me siento un poco cansado,
y me detengo a escuchar,
la noche quiere charlar,
y me trae lo que he dejado,
silbidos entrecortados,
mis pasos y mis protestas,
y desde una ventana abierta,
un «algo» que no ha cambiado.
Es la voz…
es la voz del que se ha ido,
la varonil voz de aquel,
la voz de Carlos Gardel,
cuyo timbre no lo olvido,
y que la noche ha traido,
desde una ventana abierta,
!luna, vestíme de fiesta!,
que Carlos esta conmigo.
Ya no esta triste la calle,
ya se animó la vereda,
hay sillas en dos hileras,
tribunas de las comadres,
hay mas puertas que se abren,
y huele a malvón y a glicina,
y en truco de la esquina,
la falta envido en el aire.
Porqué mágica razón,
el barrio volvió a la vida,
será esa voz…
será esa voz ya perdida,
que de un disco se escapó,
y el aire repartió,
como un padrino pelado,
que en el atrio desolado,
que se llama corazón…,
Alcemos, luna, por él,
la copa de mi arrabal,
con espuma de percal,
en donde grabado a cincel,
se lea: Carlos Gardel,
en tu muerte y por tu nombre,
lloraron hasta los hombres,
que lloran solo una vez…
La voz murió en la ventana,
como un día murió él,
así, así nos dejó Gardel,
como un disco que se acaba,
un algo adentro me ahogaba,
cuando la marcha seguía,
y mi sombra y mi sombra no entendía,
porque su dueño lloraba…