Cascarita

Letra de Jorge H. Pousa
Música de Gustavo Van Waarde

-I
Con pisada bien canyengue,
aguantando los dolores,
iba domando los tarros
que me acababa ‘e afanar;
en una mano llevaba,
agarrado ‘e los cordones,
el par viejo pa’ venderlo
como una antiguedad.

Relojeaba a los otarios
que corrían por el centro,
me daban gracia su aspeto
y la manera de hablar;
¡la pucha que pasó el tiempo!,
pensaba pa’ mis adentros,
cuando calé a una percanta
que me era familiar.

No esperé volver a verla
después de esa tarde mustia,
en que conocí la angustia
de ya no tenerla más;
muchos años han pasado,
puedo notar que ha cambiado,
la jeta se le ha estirado,
cosa extraña pa’ su edad.

-II
¡Cascarita!, ¡loca suerte!;
ya mi voz está quebrada
de tanta emoción al verte.

Parada en aquella esquina,
cerquita ‘el puesto de diarios,
y con ese vestidito
debute, color bordó,
me parecía la misma
pebeta linda del barrio,
la coqueta a la que, un día,
la gilada bautizó.

Yo debía consolarla
cada vez que la insultaban
los otarios resentidos,
celosos de nuestro amor;
ellos iban por la calle,
¡Cascarita! le gritaban,
porque usaba la belleza
pa’ ocultar su pudrición.

Caminando por Barracas
levantaba polvadera,
con mi paica milonguera
dando paso ‘e cotillón;
si al pasar por el café
algún ñato la junaba,
a la primera chiflada
lo silenciaba de cross.

-III
Me relojeó así nomás
como si no recordara,
¡Eh!, ¡Pebeta de mi barrio!,
me dirijí con pasión;
de pronto sacó un pianito,
botonera iluminada,
del que música sacaba
p’alegrar mi corazón.

¿Me olvidaste Cascarita?,
pregunté de costeleta,
la percanta saludaba
a un fulano de tal;
pedía por un tal Yoni,
con rara voz de corneta,
¿no me estará confundiendo?,
¡no soy otro que Pascual!.

De purrete me decían
el petizo ‘e la rivera,
taita duro ‘e entendederas
que tanta papa ganaba;
en las milongas del barrio,
entre cortes y entreveros,
hasta al guapo más canchero
a la mina le amuraba.

-IV
Me presenté tan cabrero
que le debo haber gritado,
se puso un garfio en la oreja
pa’ escuchar al otro gil;
y sus labios de carmín
chamuyaban complicado,
palabras que aún no comprendo,
al pianito parlanchín.

Pero muñeca, acordate:
¡nuestro bulín mistonguero!,
le dije bajo al oido
que se acababa ‘e tapar;
mas esa mano en mi pecho
y el empujón tán fulero,
dispertaron esa herida
que no ha podido sanar.

La viejita se fue al cielo,
a mi tía la operaron,
en gayola me encerraron
por hacer de gigoló;
fui al campo a laburarla,
las cosechas se inundaron,
mis amigos me afanaron
a la paica de mi amor.

Cascarita me hacés daño;
reflexioná un poco piba:
¡te esperé treinta y cinco años!.

Al cabo de un parlamento
“bai Yoni” le espetó al coso,
introdujo el artefato
en un bolso rechipé;
cuando pensé atendería
a este pierrot lastimoso,
“estoy reapurada” dijo
y se me largó a correr.

Salí como disparado
pa’ surtirle unos sopapos,
a mi nadies me desprecia
ni me deja de plantón;
al no poder alcanzarla
le tiré con los zapatos
y Justo vine a embocarle
a la azotea ‘e un botón.

Recordé mientras se iba,
¡pelandruna abacanada!,
a la vieja muchachada
que era bruta pero sabia;
bien fajado por la cana,
yo pensaba: ¡mascarita!,
ya no sos mi Cascarita,
ahora te llaman Cascarria.