Letra de Rafael A. Laborda
Música de Roberto Fasola
Dos corazónes anhelantes
de darse sus cuitas de amor
buscaron por testigo
un arroyito encantador
en la castidad de un atardecer
candidas flores qu’escucharon
exagerando su primor
enrojecieron con el cielo
de rubor
en el dulce anochecer
Horas de hastio precedieron
tristes momentos de dolor
se fueron las auroras
y con ellas la ilusion
de verlo volver, de verlo llegar
y aquella almita entristecida
vio disiparse su esplendor
cuando el otoño contagiado
sin sabor
las flores vino a llevar.