No se aflija, compañero, y no ponga cara fiera,
que con eso no remedia las heridas de su mal,
pa’ saberse defender tiene que caer primero,
es así como se aprende a ser hombre de verdad.
Guardese pa’ usted el secreto pa’ no malograr su nombre,
que todo malevo esconde su historia sentimental
llevando como prenda de su primera aventura
la sangrante mordedura como broche de arrabal.
Yo también llevo recuerdos por un amor traicionero
que como punta ‘e cuchillo en mi pecho se clavó.
Veinte años sólo tenia cuando me agarró de presa
pa’ saborear sus deseos con fuego de mi pasión.
Tuve momentos felices embriagao por sus caricias,
porque a esa edad, compadre… es cuando invade la sed,
y pichón en el acento embuchaba sus mentiras,
que trajeron a mi vida amarguras como a usted.
Pero ya que estoy cebao por los crueles desengaños,
soy malevo, desalmao y no tengo compasión;
antes de ser castigao con furia de mala racha,
hay que ser de punta y hacha y si es preciso maton.