Letra de R. Iriarte
Música de J.C. Fernández Díaz
A los conciertos que dan los fuelles
protestadores en sus gemidos
se están luciendo con sus quebradas
los compadrones en el lugar
Y las chirusas endomingadas
en sus miradas tienen el brillo
de la alegría que ha derramado
el tango errante y sentimental
En medio del conventillo
se ha parado un compadrito
que contempla de hito en hito
toda la gente en su excitación
Nada le importa que alli se baile,
él a bailar no ha venido
busca a aquella que lo ha herido
en medio del corazón
Y cuando encuentra a la traicionera
a la ladrona de su ilusión
la mano crispa con ansia fiera
sobre la masa de su facón
Y como un tigre sobre su presa
salta ligero y asesta un tajo
que roja marca deja sangrando
y el tango muere en el bandoneón
Y luego, sin darse prisa
apartando a los curiosos
se retira receloso
ante un murmullo de admiración
Pero apenas dió algunos pasos
se volvió y con arrebato
les gritó de puro guapo:
«Me he cobrado su traición»
Y las chirusas endomingadas
en sus miradas tienen el brillo
de la alegría que ha derramado
el tango errante y sentimental