Letra de Juan Manuel Velich
Música de Dante O.TORTONESE
Aquella muchachita de ojitos celestiales,
que nunca amor paterno la pobre conoció,
creció como el nenúfar –la flor de los charcales–,
mas su virtud fue tanta que el barrio la adoró.
Vivió como en las tristcs canciones de Carriego,
llorando su misterio, luchando sin cesar,
con el presentimiento de su destino ciego,
que al fin.., le hincó sus garras al comenzar a amar.
II
Tuvo un novio cuya historia,
como ella, no sabia
ni por que razón impía
fue arrojando en un portal.
Pero Ester era su gloria
y la quiso de tal modo
que, olvidándose de todo,
puso en ella su ideal.
I bis
Sus corazóncs tiernos tan hondo se querian
que, amantes, resolvieron unirse ante el altar,
y meditando, acaso, que así con Dios cumplian,
los vi en la noche blanca llegar al santo hogar.
Pero el destino adverso, vertiendo horribles males,
abrió una inmensa herida en su impiedad brutal…
pues un tatuaje fino, «dos cruces bien iguales»,
probaban ser hermanos con precisión fatal.
II bis
Cruel testigo fue la noche
de aquella pasión doliente…
y cuando el sol nuevamente
su caricia dio a los dos…
en un trágico reproche
descansaban esos muertos
con los ojos bien abiertos,
como interrogando a Dios.