Letra de Julio G. Martín
Música de Horacio Quintana
Grabado por Rubén Juárez
Yo era pibe, Don Carlos,
cuando lo vi a mi viejo
transitando su pena de la pieza al zaguán,
el pregón del diarero le ponía a Buenos Aires
el luto más porteño, absurdo y brutal.
Era purrete entonces, no llegaba a explicarme
el gesto desolado de la barra del bar
ni el apenado asombro de las pibas del barrio,
…pero el viejo aflojaba… y a mí me hizo llorar.
Don Carlos,
a partir de su ausencia creció mi interrogante,
¿Quién era Gardel antes? ¿Quién fue Gardel después?
su espíritu porteño más fuerte que la carne
parió la misma imagen que un día se nos fue.
Don Carlos, su muerte es la mentira que nadie necesita,
la inocencia de un pibe nos dice la verdad: …¿Gardel?…
Yo lo conozco, es un señor que canta,
y hay que quererlo mucho, como dice papá.
El cafetín del barrio tenía su victrolera
una muchacha rubia que hablaba el alemán,
su tragedia, Don Carlos, le enlutó las ojeras,
…nunca supimos de ella cuando se fue del bar.
Fue su novia, lo mismo que el diarero su hermano
, porque usted fue marcado por Dios cuando nació
, ha de ser su destino cantarle a Buenos Aires
y vivirá en el pueblo para siempre su voz.