Letra de Francisco Brancatti
Música de Juan Carlos Bazán
Intérprete: Carlos Gardel («Vida y obra»,
cassette ODEON-EMI 44618/20, vol. 7).
Año de grabación: 1926.
Una vez, en momentos de encanto,
una bruja de amor me embrujó
con sus ojos tan grandes y llenos
de fuego más fuerte que el fuego del sol.
No pudiendo, desde ese momento,
ser ya dueño de mí, sucedió
que la bruja jugaba conmigo,
cual nadie en el mundo con otro jugó.
La tirana vendóme la vista
con un velo de loca ilusión,
y sus dientes preciosos se hincaron
en el fondo de mi corazón.
Como fruta que endulza el ensueño
y que amarga, también, el dolor,
fue para ella mi carne sensible
y dióme su boca nefasto licor.
Pero al fin, con alquimias y magias,
a la bruja logré dominar:
mis pupilas, de incendio iracundas,
sus hondas pupilas pudieron quemar.
Desde entonces no supo la pérfida
seguir siendo mi bruja fatal
y mis manos jugaron con ella,
cual niño con una muñeca banal.
Su mirada velé con el velo
de una trama sutil y falaz,
y mis dientes mordieron su carne
perfumada, con gesto voraz.
A su vez fue mi fruta la bella,
amarga, melíflua, letal;
en su boca mis labios pusieron
el antídoto contra su mal.
Es así como ahora conozco
los misterios de toda pasión,
y doy filtros, consejos y drogas
a niñas que quieran ser brujas de amor.