Manuel Pinedo (1943)
Hombre de las orillas perdurable,
estaba en el principio y sera el último.
Estará donde un trágico boliche,
sin revocar, humilde y colorado,
ante el vertigo inmóvil de los huecos
aventura su caña y su baraja;
estara donde un hombre de voz aspera,
al compas de seis cuerdas trabajosas,
frangolle con desden una milonga,
mas trivial y modesta que el silencio,
pero que hable de vida, tiempo y muerte.
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Mientras haya un clavel para la oreja
del cuarteador, mientras perdure un tango
que sea feliz y pendenciero y limpio;
mientras, desde la altura del pescante,
el carrero gobierne taciturno
el lento rio de los tres caballos,
y mientras el coraje en la venganza
prefiera al revóiver tumultuoso
el tácito puñal, estará el hombre.