El diablo

Letra de Horacio Ferrer
Música de Astor Piazzolla
Compuesto en 1981

Tango dedicado a Daniel Hugo Piazzolla.

El Diablo,
dueño de la tempestad.
El Diablo,
casi creyéndose Dios,
por diablo
más que por viejo pensó:
«El circo
pide una nueva función.»

Y el Diablo
la gran tragedia soñó.
Sus faustos
uno por uno compró.
Si el Diablo
quiere ser malo, es peor.
Huyamos,
que ya levanta el telón!

Fue sabio, mercader, doctor, profeta,
juez y parte y en su fiesta
mil papeles encarnó.

Segó la paz, el beso y la alegría
y alentó la hipocresía
la venganza y la traición.

Fundó una dramaturgia de dementes
con suicidas y rehenes
en la cumbre del dolor.

Mezcló el agua bendita y el petróleo
y anunció con terremotos
el final de su función,
tifón bestial de guerra, alcohol y espanto,
droga, robo, estrés y engaño
que humilló, cegó y mató.

Maestro de una ética de infierno,
dio por hecho el mal eterno
y al infierno se volvió.

El Diablo,
dueño de la tempestad.
El Diablo,
casi creyendose Dios,
por viejo
más que por Diablo pensó:
«Si quiero,
puedo volver a nacer.»

Por diablo,
quiso nacer del amor.
Por malo,
se renació en Navidad.
Entonces,
quiso matar y sonrió.
El Diablo
quiso ser niño y perdió.

Y fue una pavorosa criatura
que fugó de aquella cuna
y en tinieblas blasfemó.

Llamó a sus marionetas amaestradas,
más siguiendo su enseñanza,
cada cual lo traicionó.

Detrás y reclamándole a los gritos
se arrastraban sus faustitos
agrediéndolo en montón.

Y el Diablo, sin poder y cuesta abajo,
viejo, sucio y medio enano
de rodillas suplicó.

Y en quechua y español, inglés y chino,
siempre, siempre, un gran abismo
de silencio contestó.

Dios quiera, lo verás soplando un saxo
y entre cuatro pobres diablos,
mendigar por la estación.