Letra de H.Guarany (poema)
Ahí va, dejadle paso,
dejadle paso al rey, dadle paso al amo,
dejadle paso al señor.
Ahí va, ahí va mi rey:
viva el rey, viva mi señor, viva mi dueño.
El es el dueño de mi camisa,
él es el amo de mis zapatos,
él es el dueño de mi casa, de mis alimentos.
de mis remedios, de la luz, de la guitarra,
de las sillas, de los trajes, de los cigarros,
de los sembrados, de la escalera, de la esperanza.
El, el hacedor, y él, el todopoderoso,
él que construye, el gran creador.
El dueño de la vida, de la gran fiesta de la vida.
Miradlo, miradlo qué hermoso va,
que lo miren los niños, que vengan todos los niños y lo aplaudan.
Que agitan sus pañuelos los niños
que lo besen, que lo besen los hombres.
Ah, tú inclínate, descúbrete ante el rey.
Descúbrete y bésale las manos al rey.
Salúdalo y míralo, míralo qué hermoso va,
con la espalda encorvada, con el riñón dolido,
con las manos callosas, humillado, trampeado,
mil veces mentido, mil veces engañado,
escupido, maltratado, mil veces robado,
mil veces sabes!… mil veces…
!Pero, qué lindo va!
Lleva la frente limpia;
lleva un pan grandote en la conciencia.
Un pan que lo reparte entre su gente,
junto a la humilde mesa de los pobres.
Ahí va, ahí, respetadlo;
va arrastrando los pies, va muy cansado.
Se ve muy solo, viene muy triste.
Qué limpio es, qué limpio es mi rey,
y cuánto hace y cuánto construye.
¡Qué sería la vida sin él!
Lo veo pasar por mi ventana,
y el corazón se escapa de mis manos;
Mi corazón le besa los pies y le agradece,
por todo lo que hace.
El no tiene galones, él no tiene títulos,
no tiene ni un escudo, ni diplomas.
No tiene nada, sabes, no tiene nada,
y sin embargo da todo
El que no tiene nada, lo da todo.
Y cuando se cansa,
y cuando se cansa de aguantar y de esperar,
cuando se cansa de dar,
cuando se cansa de oír llorar a sus hijos
de quejar a su madre, de oír llorar a su esposa.
Cuando se cansa de darlo todo y no da más,
porque no puede más.
Cuando se enoja,
entonces le pegan, entonces lo encarcelan,
entonces lo lastiman, entonces no le pagan.
Entonces lo maldicen, lo maldicen,
no le pagan, si le pegan.
Los mismos que él dirige,
los mismos que él alimenta,
los mismos que a su costilla viven la gran vida;
que él construye todos los días,
sin quejarse, todos los días.
Por eso hermano perdóname,
perdóname, pero míralo; ahí va, ahí pasa,
aplaude, grita, grita conmigo:
dejad pasar al rey, dejad pasar al amo,
dejad pasar al señor.
Ahí va el rey de los hombres,
Ahí va el dueño de la fiesta,
de la gran fiesta de la vida,
ahí va, ahí va, el «OBRERO»
Mi señor, mi rey, mi dueño
el dueño de la vida.