Yo te entregué mi amor,
fuiste mi ilusión,
y una llama azul
palpitó de amor
en tu corazón.
Mas nada ha de volver.
Nunca ya jamás.
Del amor aquel,
solo queda de él
humo nada más.
Se apagó
la llama del querer,
y es humo ya tu pasión…
Se extinguió,
y el humo te cegó
por siempre el corazón.
Hoy, para nuestro amor,
-como ciega estás-
el amor aquel
fue una llama gris…
Humo, nada más…