El rey

Letra de Horacio Ferrer
Música de Raúl Garello
Compuesto en 1992

Y acariciando una gata blanca, salió un tipo y dijo:
El rey, yo soy el rey. Mi padre Gil I, me educó venerando el genio
poético del rey Salomón, la fe de San Luis, rey de Francia, la
sabiduría de Alfonso X, rey español. Soy el rey que avivó a su
pueblo que la vida tiene más vueltas que la oreja; que el sol de la
verdad tarda en alumbrar, pero alumbra siempre; que no hay pasado
pisado, que el discípulo ha de honrar a su maestro; que las cosas no
son buenas ni por viejas ni por nuevas, y que la gloria es para las
almas que vencen y convencen.

El rey, yo soy el rey
de un reino donde nadie nació para ser triste.
Gozamos todos algo de todo lo posible,
el oro y la alegría, la carne y la poesía.

El rey, yo soy el rey,
reiné para que todos mostraran sus talentos:
el sastre, el conde, el cura, la actriz, el juez y el genio,
y al cabo, sin ser brujo,
reiné discreto y justo.

Reina, oh reina mía,
ojos felinos, piel de espuma, voz de anís,
eran tus besos más que un vino y más que un sol,
tus pétalos mordí, tu rosa dio su olor.

Reina, oh reina mía,
ay de los reyes cuando el diablo tira un seis,
sufrimos juntos el destierro y la traición,
mi reina, no llorés que aún el rey soy yo.

Y raspando en la negra olla un resto de guiso fósil, dijo el tipo:

Para saber como es Agapito, dale un puestito. Mis hijos eran
príncipes y, encima, los hice ministros de Justicia y de Economía.
Qué pócimas echaron en nuestra real sopa, que convirtieron a su
madre en una gata, y, a mí, me hicieron simpático con los
mercaderes, sordo con los pobres, indiferente al saber, flojo para
la ley, distraído con la libertad, gruñón ante la fantasía?
Conspiraron con reinos vecinos, me dieron una patada donde no
me da el sol y, aquí ven, Gil II, en este otro mundo voy a menos
con los reyes del petróleo y de la papa frita. Pero rey aún.

El rey, yo soy el rey
de un reino de palmados, linyeras y mendigos,
les brindo por amparo mi capa de arpillera,
al montepío lleven mi trágica corona.

El rey, yo soy el rey,
tirado, pato y sucio, soy rey de todas formas,
y si para comida no queda ni un consejo,
cocinense en la olla mi viejo corazón.

Y cayendo de rodillas dijo el tipo con el corazón todo comido:

Reina, o reina mía, ojos felinos, piel de espuma, voz de anís;
anciana del pelo tan blanco como el alma, te amo!
Me sepultarás en la alcantarilla que lleva al río eterno, donde
el rey de reyes me aguarda. El rey, yo soy el rey.