Elegia por carlos gardel

Letra de Miguel de Varona Navarro
Música de Miguel de Varona Navarro

Señores…perdonen que hoy vista mi verso
clámide luctuosa, que tenga sonido
de campana rota, temblor de lamento
o fúnebre grito de ronca corneta
llamando a silencio…

Perdonen si hoy traigo-Junio veinticuatro-
palabras que tiene un sabor amargo;
un savor de muerte y triste nostalgia
en los encordados, que en este poema
que es canto de pena, evocan el drama
del vuelo frustrado que apagara el eco
de ciollas guitarras y la voz excelsa
del trovero aquel que grabara el tango
en el mapamundi del cantor eterno.

Y en este poema solo un nombre vale.
Un nombre que miles de labios pregonan
a pesar del tiempo que ya ha transcurrido…
Carlitos Gardel…

Aunque ahora nos llega su voz todavía
en los negros surcos que rayan agujas
o en el celuloide de las viejas cintas…
seguimos sujetos al pensar profundo
que aquella tragedia marcara indeleble
en la inquieta historia del tango Argentino,
canción ciudadana del gran Buenos Aires.

El pájaro herido-metálico monstruo-
con las alas rotas dió un beso a la tierra
y en un cruel delirio de llamas ardientes
cuerpos y guitarras quedaron cubiertos
por un manto aleve de ceniza negra.

Y ya…para siempre el cantor querido…
el de imágen recia, jovial y porteña,
sonriendo a la vida, sonriendo a la muerte,
se volvió…recuerdo…

Más su nombre sigue su inmortal vigencia,
surgiendo en la aurora…
es canto encendido y fulgor de estrellas.