La brisa (II)

De: «Selección Garlos Gardel», Nueva Serie no. 6:10, 1958 (?), Ed.
Cancionera, Montevideo. Es curioso notar cómo estas dos versiones,
tan diferentes, son complementarias. Las dos primeras estrofas son en
ambas prácticamente iguales, pero el resto de la letra, muestra en La
Brisa (I) las causas de diferencia entre la pareja, y en la presente,
la reacción del hombre frente a la separación, sin mencionar la causa.

Era una tarde, corría una brisa
muy cálida y suave por la rosaleda.
Cerca del lago, leyendo poesías
estabas oculta entre la arboleda.
Turbé el silencio con mis pisadas,
hubo un suspiro y dos miradas.
Era una tarde, corría una brisa
muy cálida y suave por el rosedal.

Y nos volvimos a ver
en aquel mismo lugar
y grabado en un rosal
quedó un nombre de mujer
como un recuerdo imborrable
de horas vividas y desilusión.
Mientras, la tarde moría
y el sol nos enviaba su beso de amor.

Pasaron muchos días, las brisas de la tarde
unieron nuestras almas en un supremo amor
y los cisnes del lago y hasta las mismas rosas,
sintieron por nosotros una veneración.
Sentados en el banco, las manos entrelazadas,
un mundo de ilusiones palpábamos los dos.
Llegaba hasta nosotros el aire perfumado
y nos acariciaba como una bendición.

Pero una triste tarde el banco ví muy sólo,
no estabas tu sentada allí esperandome,
he vuelto muchas veces teniendo la esperanza
de ver si te veía, nunca más te encontré.
Que lindo hubiera sido vivir nuestros amores,
vivirlos siempre juntos, allá en aquel lugar.
Hoy roto aquel encanto nos queda aquel recuerdo
llorar el amor nuestro de nuestro rosedal.

Allá en el banco en que nos conocimos
voy todas las tardes y cuando anochece,
en el silencio de la rosaleda,
mi alma de frío y de amor se estremece.
Hay un recuerdo en esa calma,
por eso sufre mi alma,
allá en el banco en que nos conocimos
voy todas las tardes en el rosedal.