Letra de Evaristo Carriego
Música de Emilio Sola
Música de Raimundo Cabarcos
El conventillo alegre cayó en la mala,
los inquilinos todos están de duelo;
ayer murió el pebete de la antesala,
que tenía unos ojitos color de cielo.
Según cuenta un vecino…
lo vio jugando…
Sin pensar, lo que al rato sucedería.
Nadie supo del pibe cómo, ni cuándo,
se coló del pescante de aquel tranvía.
La madre trabajaba fuerte a dos brazos,
no imaginó del pibe tanta imprudencia,
y sólo sintió el golpe del campanazo
que anunció la llegada de la asistencia.
Y pálida la cara como una muerta,
abandonó los trapos… y la canilla.
Y, cuando la pobre salió a la puerta,
al pibe lo llevaban en la camilla…
Se reúnen las chismosas y comentarios
siendo en una forma que se concibe.
Al rato llega un mozo que está en un diario
a informarse de cómo se murió el pibe.
Mientras tanto un vecino se fue hasta el puerto
para avisar al padre lo sucedido.
Y cuando le dijeron del pibe muerto,
el pobre no se daba por convencido.
Formó como un congreso toda la gente
para sacar al padre del tren funesto,
y así fue que juntaron escasamente,
gracias que el encargado les puso el restbo.
Se velaron los restos del pobrecito,
al que todos querían porque era un pillo.
Llevaban las manijas del cajoncito
cuatro pibes diarieros del conventillo.