Letra de Jorge Fernandez
Música de Saúl Cosentino
Cuando Pichuco se apoliya con un tango
con su figura de budista soñador,
trae su fueye raro embroque de fandango
en la curdela que nos llena de sopor.
En la alborada de malvones y adoquines
que despierta con el hambre del gorrión,
nace el tango con sus locos berretines
que nos habla del suburbio y su canción.
Y en la tibia matinée de medias lunas
que germina en la vidriera de algún bar,
con maníes, papas fritas y aceitunas,
un poeta su liturgia va a cantar.
Los viejos tangos del canyengue que se han ido
y que mi alma se empecina en recordar,
son el premio y el placer de haber vivido
esos momentos que ya no han de retornar.