Letra de Horacio Ferrer
Música de Astor Piazzolla
EL DUENDE (Recitado)
María de Buenos Aires
murió por primera vez;
se lo dijeron -fue tarde…
con sus muecas funerales,
un puñal y un cascabel.
Y el alba se atoró con sensación de embolia
rea, de cuando la Niña, arriando el gesto,
rumbo a una calle con velones y magnolias
ya con las cosas de morir y el frío puestos.
Y en la esquina donde aún tejen
las Mamitas con esplín,
dos Malenas de relente
-que habían muerto muchas veces-
le enseñaron a morir.
Misterio allá, misereteando en la maroma
de un jingle obsceno en soledad de sacramento,
fueron cinchando la cureña de palomas
los doce judas de un cristito temulento.
Por las fábricas, las pibas
que hacen la noche a telar,
le pusieron, a María,
un malvón de poliamida
y una orquídea de percal
Por el escote, le salía una neblina
negra y atada con la cinta sucia y triste
que un raro beatle destrenzaba, a la sordina,
del luto misterioso de sus twistes.
Se murió tanto la Niña
cuando se puso a morir,
que era una trágica encinta
que, llena de muertecitas,
no cesaba de parir!
Que cosa! nuestra María
murió por primera vez…
La enterraron dos mendigas
al doblar de las propinas
en la borra de un express.
Pero en su sola catamufa, zurdo antojo
de un loco mimo sobrehumano, a contrayumba
de dos pequeñas explosiones de los ojos,
echó dos lágrimas de rimmel por la tumba…
María de Buenos Aires
lloro por primera vez.