Letra de Roberto Díaz
Música de Reynaldo Martín
En baldosas color de ceniza
pintadas con tiza
nació la rayuela.
El sillón que hamacaba a la abuela
dejaba una estela
de tarde sin prisa.
Era justo el país de la risa,
región de la infancia
que un duende inventó.
Cuando el gato brincaba en la parra
y había cigarras
solfeándole a Dios.
En la paz demorada del patio
mi vieja era un mate,
mi viejo era un tango.
Había un trompo que hacía piruetas
entre las macetas
y el muro de antaño.
Y la vida juntaba alegría
en una alcancía
de magia y niñez.
Y la vida era el hada de un cuento;
los ogros del tiempo
llegaron después.
En aquel vozarrón del abuelo
soltaba su vuelo
el ángel del vino.
Y la casa era un largo camino
de luz y de trino
bajando del cielo.
Era cosa de andar sin recelo
siguiendo los ecos
de un grillo cantor.
Porque el mundo era sólo un juguete,
feliz barrilete trepando hacia el sol.