Música de Enrique Mora
Letra de German Rienda
Los barrios porteños, lo vieron pasearse
luciendo su estampa en toda ocasión.
Y allá en Mataderos, buscó refugiarse,
sentando su hombría de guapo en la acción.
Por hombre derecho llegó a conquistarse,
no solo gran fama, sino un corazón,
por quien una noche llegara a jugarse
la vida en un duelo, frente a otro varón.
Sin padrinos ni testigos
se encontraron los rivales
y el silencio de la noche
un disparo interrumpió.
Y el malevo en desventaja
por las armas desiguales
con el pecho ensangrentado
como un macho allí cayó.
De pronto un auxilio, y allá en la cortada
tendido en la calle se ve aquel varón…
que ayer entre taitas bien fuerte tallaba,
y al que hoy un cariño, sus manos pialó.
Rodeao de botones, se aguanta rebelde,
no afloja ni un pucho y en tanto dolor,
con gesto de rabia, los labios se muerde,
pa’no dar el nombre de aquel que lo hirió.
Y el malevo ya vencido,
palpitando su agonía,
mirando a la policía,
suplicaba en su dolor:
«Déjenme morir tranquilo,
sin que deschave su nombre
que el hombre para ser hombre
No debe ser batidor!