Letra de Enrique Delfino
Música de Alberto Vacarezza
Grabado por Carlos Gardel en 1924, con las
guitarras de Ricardo y Barbieri.
Suena, tango quejumbroso,
compadrón y callejero,
como suena en la tristeza
mi abatido corazón,
y si ves a mi querida,
no le digas que la quiero
porque ya me da vergüenza
de pensar en su traición.
Suena, tango, y si con otro
ves que baila a tu sonido,
no le digas que me viste
tu rezongo acompañar:
yo no quiero que ella sepa
las angustias que he sufrido
y que desde aquella tarde
no hago más que sollozar.
Tango,
melancólico testigo
y el único amigo
de mi soledad;
tango,
en las vueltas del destino,
quizá en mi camino
la vuelvo a encontrar.
Pues entonces, sin rencores
ni deseos de venganza,
mi perdón le dará abrigo
y el lamento musical
de este tango hecho a jirones
de dolor y de esperanza
será el grito que la acuse
de haberme hecho tanto mal.