Letra de Enrique Cadícamo
Vientos de principios de siglo
que hicieron girar las veletas
y silbaron en los pararrayos
de las residencias señoriales
de San Telmo, Flores y Belgrano.
Entonces el Pardo Sebastián Ramos Mejía
era primer bandoneón ciudadano
y cochero de tranvía
de la Compañía Buenos Aires y Belgrano.
El pardo Sebastián inauguró un siglo
con su bandoneón
cuando estaba en embrión
la ciudad feérica
y la calle Pueyrredón
era Centro América.
Primer fueye que encendió la luz
del tango, en las esquinas.
A su influjo
don Antonio Chiappe,
también bandoneonista,
se dió el lujo
de desafiar por medio de los diarios
al que mejor ejecutara
los valses de Waldeufeld,
extraordinarios…
El Pardo Sebastián
contagió su fervor
a los hermanos Santa Cruz
que actuaban en el cafe Atenas
de Cannong y Santa Fe
donde se aplaudían
los tangos de Villoldo
-El choclo y Yunta brava-
que tanto apasionaban
a Aparicio, el caudillo, y al chino Andrés.
Sebastián Ramos Mejía,
decano de la facultad de bandoneón,
inauguraste un siglo
cuando estaba en embrión
la ciudad feérica
y la calle Pueyrredón
era Centro América.