Salute con la tachuela

Letra de Ernesto Ponzio

Extractado de la revista «Tango al mundo» http://usuarios.inea.com.ar/~tangomun/

Un tango desconocido de Ernesto Ponzio

Escribe: Roberto Selles(*)

Más de una vez le tocó a Ernesto Ponzio actuar en la santafesina
Rosario, donde, en su penúltima presentación se convirtió en
protagonista del hecho de sangre que le valió su condena carcelaria
final. Una de esas veces fue en 1917, cuando tocó en el Hansa Hotel,
» un local que persiste todavía con otro nombre en la bajada Sargento
Cabral, a mitad del repecho de Urquiza a San Lorenzo», según refiere
Silvio Marchetti, en su serie periodística «Mitologitangos» (Editorial
«Uno» N° 12.Rosario, diciembre de 1971), cuyo conocimiento debemos a
la deferencia de Héctor Nicolás Zinni.

Uno de esos sabrosos artículos -El titulado «De viejos muros y de
nostalgias»- nos develó la existencia de un olvidado tango de Ponzio.
Dejemos, pués, que el propio memorialista rosarino sea el encargado de
narrarnos las circunstancias en que se produjo el parto musical en el
filarmónico hotel. Evoca Marchetti:

«…eran las 8 de la mañana y seguía la farra, siendo allí que Vila
escribió un tango al que Ernesto Ponzio ‘El pibe Ernesto’ le puso
música y que en su estribillo decía así:’¿P’ande yira ese cascote?/
P’la casa de su abuela, / salute con la tachuela/ que se me ha
dentrao’ de golpe./ Pero permítame paica,/ que contemple ese budín / y
si vamos pa’l bulín, / compadre, que rafa papa./ ¿Así que su amor es
fijo?/ Sí, soy casada, con un hijo,/ así que retírese./¡Araca, qué
papelón!’

El Cachafaz lo bautizó al tango ‘Salute con la tachuela’, que no
sabemos si se editó. Pero algún veterano lo sigue silbando con un
dejo de nostalgia».

En cuanto a la presencia del Cachafáz por aquellas latitudes, recuerda
Marchetti en la misma nota: «Fue por entonces, por aquel 1917, que
apareció por esos lares un bailarín de meta y ponga, según los
historiadores del tango, sin parangón en dibujar ochos y sentadas.
Hablamos del legendario Benito Bianquet ‘El Cachafáz’ que supo de
recaladas por Rosario, luciendo su habilidades impares». El bailarín,
cabe acotar, volvería a presentarse junto a Ponzio en las actuaciones
rosarinas de 1933.

La letra, obviamente, glosaba algún acontecimiento ocurrido entre la
barra milonguera del Hansa y ha perdido, a causa de su carácter
momentáneo, la gracia que por entonces y en tan estrecho ambiente,
debe haber causado, al margen de la ausencia de calidad literaria.
Como Marchetti, tampoco sabemos si ¡Salute con la tachuela! llegó a
editarse.

Lo más probable es que no. Menos aún -se nos ocurre- debe haber
accedido al disco. Y todo hace sospechar que sus notas se perdieron
para siempre con el último veterano que todavía solía silbarlo.

(*) Musicólogo, Ensayista, Investigador.
Miembro de la Academia Porteña del Lunfardo.
Profesor en la Universidad del Tango de Buenos Aires