Tango oriental (tango)

Letra de Cátulo Castillo
Música de Elvino Vardaro

Tímida sonrisa que ocultabas
tras los pálidos plumones
y el marfil de tu abanico…

Entre sus varillas me miraban,
y jugaban al amor,
tus dulces ojos niños…

Loco ir y venir de pelucones
por los rojos cortinados
y a la luz de tus salones…

Junto a tus dorados
Oropeles de festín,
cantaba mi pobreza en el violín…

Yo sé
que todo aquello solo fue
una cadencia de minué,
y que el soñar
tiene despertar…
Mas
sé que también no te olvidé.
Y en los silencios del esplín,
está sonando mi violín,
tal vez llamándote…

Eres una triste princesita
que se muere en un palacio
de cristal y malakita…

Yo soy un romero sensiblero,
que no tiene nada más,
que el mundo y sus senderos…

Pero, bajo el sol de los caminos,
soy el dueño del espacio,
con mis sueños peregrinos…

Tengo las estrellas
y los vientos del confín,
que cantan en la voz de mi violín.