Letra de Eugenio Cárdenas
Música de José Servidio
Música de Luis Servidio
Grabado por Carlos Gardel en 1925.
Cuando en las horas de ansiosa calma,
busco en su alma fe y emoción,
veo en sus ojos de desconsuelo
los negros velos de su pasión
pensar a solas su mal llorando,
triste y pensando en su porvenir,
la vi mostrando su sacrificio
entre el bullicio del Tabaris.
Sabe que en todo su pasado
la gloria, de su lado,
muy pronto se alejó…
Se ve, en su cara demacrada,
la huella de una pena
que dice su dolor.
Ya nadie, al verla, piensa que llora
la fe ya perdida de todo su amor,
ya nadie sabe que en su ternura
sella la amargura que en sus ojos se vio.
Todos escuchan, de su abatido pecho,
el gemido de su aflicción,
pero ninguno ve que su llanto
rompe el encanto de su ilusión.
En vano espera paz y ventura,
ya no fulgura su esplendidez,
es flor marchita, flor deshojada
que hacia la nada va en su vejez.
Sabe que ya no es más «Trapito»,
la bella que a su hijito
lo amó con ciega fe;
todo el destino ha destrozado
su amor, lo más sagrado,
su encanto de mujer.
Como una rama
que arrastra el viento,
la lleva el tormento,
con todo su ser;
cuando la miro,
pienso el los días
que ha sido alegría
en el «Salon Doré».