lo canta Julio Sosa
Tu cabellera rubia caía entre las flores pintadas del percal
y había en tus ojeras la inconfundible huella
que hablaba de tu mal.
Fatal, el otoño con su trágico murmullo de hojarascas
te envolvió
y castigó la tos;
después todo fue en vano,
tus ojos se cerraron y se apagó tu voz.
Llueve,
la calle está desierta;
frío, dolor y soledad;
el campanario marca la marcha de las horas;
un vendedor de diario se va con su pregón.
¡Qué triste esta la calle!
¡qué frío esta mi cuarto!
¡Qué solo sobre el piano el retrato de los dos!
El pañuelito blanco que guarda en sus encajes tu palido final
y aquella crucecita recuerdo de mi madre
que aumenta mi pesar.
No vez que hasta llora el viejo patio,
al oir el canto amargo de mi voz
y mi desolación, porque las madreselvas sin florecer te esperan,
como te espero yo.
Llueve,
la calle esta desierta;
frio, dolor y soledad;
el campanario marca la marcha de las horas;
un vendedor de diarios se va con su pregón
¡qué triste esta la calle!
¡qué frío esta mi cuarto!
¡qué solo sobre el piano el retrato de los dos!