Letra de L. Rodríguez
(Transcripto de una versión de Alberto Maríno)
Me gusto tanto, tanto, cuando me contaron
que la vieron bebiendo y llorando en la mesa de un bar,
y que cuando mis viejos amigos por mi preguntaron,
un sollozo apago su voz y no la dejo hablar.
Me gusto tanto, tanto, cuando me contaron,
que hasta tuve que hacer un esfuerzo por disimular.
Se arrepiente y quizas el recuerdo…
Ella debe estar bien conciente de lo que causo.
Ella me hizo pasar tal vergüenza con un compañero
y la vergüenza es la herencia mayor que el viejo me dejo.
Mientras yo tenga voz en el pecho, no quiero más nada
que clamar a los santos venganza, venganza clamar.
Ella debe rodar cual las piedras ruedan por las calles,
sin tener un rincon en su vida para descansar.